Los pobladores fronterizos con el norte del país llegan con dólares y pesos bolivianos para adquirir alimentos, electrodomésticos y medicamentos, entre otros artículos, a precios muy bajos. Durante la década de los 90 los argentinos tenían la ventaja cambiaria con el resto del continente.
Miles de pobladores bolivianos cruzan la frontera internacional en la localidad salteña de Salvador Mazza para comprar bienes de consumo a precios más económicos que en sus ciudades de origen debido a la devaluación local, tras lo cual vuelven a sus casas con provisiones para varias semanas.
Según el cambio oficial, por cada peso boliviano, los visitantes reciben entre 1,19 y 1,21 pesos argentinos, aunque en el mercado negro de divisas la rentabilidad puede llegar al 250%.
Pero más que el tipo de cambio oficial o paralelo, las transacciones comerciales se dan directamente con la moneda del vecino país en un valor definido por los comerciantes argentinos, lo que ubica a la brecha cambiaria en un 120%.