Un grupo de padres de alumnos de la escuela Illia llegaron hasta el Ministerio de Educación para reclamar por el cuarto año de dicho establecimiento que aún no comienza con el dictado de clases.
«A la altura que estamos los chicos todavía no comienzan con el ciclo lectivo y tampoco podemos mandarlos a otras escuelas porque ya en otros establecimientos han comenzado con las evaluaciones correspondientes. Esto se genera a raíz que desde el año pasado a nosotros nos dijeron que se iba a crear el cuarto año, desde la escuela nos dicen que se presentó en tiempo y forma el expediente pero ya hemos venido en varias oportunidades al Ministerio a la parte que corresponde al nivel secundario y nos han dicho que el expediente aún se encuentra en el área contable», se quejó uno de los padres en los pasillos del Ministerio de Educación.
El Gobierno provincial resalta y destaca la gran cantidad de edificios y obras públicas de la actual gestión, sobre todo, aquellas que están destinadas a nuevos establecimientos educativos, pero, y lamentablemente siempre hay un pero, la burocracia hace su aparición una vez más: «El expediente en el área contable entró el 4 de marzo de 2015 y prácticamente un mes después todavía no tenían respuesta. Todos son chicos que han aprobado el tercer año, pasan a cuarto donde eligen una modalidad, la mayoría tienen excelente conductas y no hay repitentes. Los padres que estamos acá pedimos que nos garanticen el ciclo lectivo de los chicos y que no dentro de 30 días nos digan que se va a hacer el año próximo ¿Qué hacemos con nuestros chicos entonces?», señaló una de las madres.
El panorama, por ahora, es bastante desalentador y la preocupación de los padres es por demás justificada. Es momento de que se tomen las riendas del problema y que, aparte de cortar cintas inaugurales, se destinen los recursos humanos necesarios para que finalmente, los fríos edificios se transformen en verdaderas escuelas:
«Esta es una escuela que está inaugurada, que tiene el mobiliario y toda la estructura pero no tiene profesores», fue el lamento final de uno de los padres afectados.
